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El traje típico, uno de los más elaborados y antiguos de la Península, junto con la arquitectura popular y la lengua ansotana, constituyen los referentes más importantes de la cultura y la identidad de la villa. Por este motivo, pese a que la fiesta de exaltación del traje típico comenzó a celebrarse en el año 1971, no hace mucho tiempo todavía existían vecinos en el pueblo que seguían usando este atuendo; los últimos fueron María Mendiara y Jorge Puyó, fallecidos en 1986 y 1992, respectivamente.
De este modo, el último domingo de agosto de cada año los ansotanos desempolvan las vestimentas de sus antiguos –que en el caso de las mujeres pueden llegar a pesar hasta 25 kilos incluyendo los adornos-, para mostrarlas orgullosos a los visitantes, fotografiándose con estos y explicando a todo aquel que le interese cada detalle de los trajes de sus antepasados. Una de sus mayores curiosidades es la de que las ropas definían a sus portadores, es decir, con solo ver el traje que un vecino llevase puesto se sabía si la persona en cuestión estaba soltera, casada o viuda. Además, los ansotanos poseían vestimentas diferentes para cada ocasión: traje de cristianá para los bautizos, traje de periquillo para la confirmación, de saigüelo colorau para la primera comunión, trajes de fiesta, de treballo, traje de misa, de novios, así como una pieza muy especial, como es el traje del alcalde, solamente concebido para que fuese usado por el munícipe.
Cuando la fiesta termine, los trajes volverán a ser guardados en el Ropero Municipal, a la espera de que se abra el futuro Museo del Traje, que se situará en el Torreón Medieval de Ansó, una vez terminadas las reformas que se están llevando a cabo en el edificio. Cabe recordar que para la conservación de este bien cultural, los trajes ansotanos, ha sido de vital importancia la colaboración de los vecinos ansotanos, que han donado sus antiguas vestimentas familiares, así como la labor del ropero, donde las mujeres ansotanas se ocupan de la conservación de los trajes así como de completar todo aquello de lo que carezcan basándose en las antiguas imágenes que se conservan.
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